Dicen sus pobladores que en Berbeo los pueblos originarios observaban al cosmos para descifrar la vida en la tierra. Según esto, existía allí un observatorio astronómico de los pueblos ancestrales, sobre el cual se erigió el poblado y sirvió para que los primeros jesuitas que llegaron a evangelizar, se asentaran cerca de lo que antes se llamaba la población de San Fernando de Agua Blanca o Lenguapá, cabecera de provincia, fundada también por españoles, la cual subsistió hasta 1835. Años más tarde, cerca de este lugar, en 1893, Pablo Acosta fundó una hacienda que denominó Berbeo −en honor al general Juan Francisco Berbeo−, la cual se volvió con el tiempo un caserío que finalmente, en 1937, se elevaría a municipio.
La economía de Berbeo se desarrolla gracias a la producción agrícola de café, caña miel, algodón, yuca y papa, aunque también está presente la actividad ganadera y minera. Los artesanos de Berbeo, hombres y mujeres apacibles que han heredado con orgullo el trabajo manual, hacen canastos hechos en chin (planta que se cultiva a orillas de los ríos) y junco que sirven para recolectar café, o elaboran esteras que sirven para secar el grano bajo el sol o para recostarse en ellas y dormir un rato.
El municipio cuenta con un hermoso lugar, rebosante de naturaleza y lleno de misterio, conocido como Laguna de los Cajones. Cuenta la leyenda que sus aguas, rodeadas por vegetación y rocas que forman un cajón, en ocasiones se llenan de ira y expulsan a las orillas a aquellas personas que se sumergen o navegan en ellas. También se pueden visitar la laguna de Los Chirimoyos, las playas del Limonal y las quebradas Tobacía y Agua Blanca.
En el parque principal se encuentra un monumento en homenaje al campesino: dos bueyes y un agricultor arando la tierra; y en algunas zonas rurales de Berbeo se hallan piedras talladas con escritura indígena (petroglifos), patrimonio cultural de la población, en relación con su pasado y el sustento de su economía.
En Berbeo se celebran las fiestas a la Virgen del Carmen y del Aguinaldo; en ambas, el visitante podrá degustar el tradicional y delicioso sancocho de gallina criolla, acompañado de yuca, plátano y papa, cultivados en la región.