Boavita fue asentamiento de los indígenas guanes, quienes poblaron el territorio hoy comprendido por el departamento de Santander. El municipio lleva el mismo nombre del cacique gobernador de estas tierras a la llegada de los españoles, cuyo significado en lengua muisca es puerta del sol. En 1556 llegaron misioneros enviados por Felipe II, quienes plantaron viñedos y comerciaban las uvas en el mercado de Tunja. En aquella época el poblado estaba conformado por San Mateo y La Uvita, pero a causa de las diferencias entre españoles e indígenas, el 18 de julio de 1758, La Uvita fue separado de Boavita y se instó a una distinción que aducía que los habitantes de La Uvita eran descendientes de blancos y los de Boavita de indígenas. Esto implicó tantas disputas, que se llegó al punto que al uvitano que pisara predios de Boavita se le multaba con 50 patacones (moneda de la Colonia) y al indígena que pasara a La Uvita se le castigaba con 50 azotes.
La cabecera municipal de Boavita está situada a una altura de 2.100 msnm, por lo que su temperatura promedio es de 17°C. Los ríos Chicamocha y Guacamayas, que hacen parte de la microcuenca del Nevado, bañan los ricos suelos permitiendo desarrollar actividades de agricultura como: cultivo de cítricos, tabaco negro, plátano, maíz, café, papa, cebada; también ganadería, mediante el pastoreo y comercialización de especies vacunas, caprinas y ovinas. Se realiza la explotación minera de cal, arena y carbón a cielo abierto, así como el comercio de productos artesanales elaborados con fique o lana, sombreros, cobijas y mantas. Tal vez no haya mejor modo de describir el ánimo y actitud de los boavitanos que el siguiente coro de una canción popular: Viva Boavita, mi tierra hermosa, donde no hay penas ni mezquindad / donde se encuentran gentes amables / y aquí vivimos todos en paz… Amabilidad y paz trasmitidas siempre al foráneo y que, a lo largo de su historia, han plasmado como impronta de su cultura y costumbres. Por las calles y veredas de Boavita se respira ese aire colonial inspirador de leyendas, que solo los pueblos boyacenses se dan el lujo irradiar a sus visitantes. El municipio cuenta, además, con una importante variedad de sitios turísticos en donde se entremezclano natural y lo religioso.